jueves, 20 de agosto de 2009

Staker


Estoy tranquila, sin siquiera pensar en ti, de pronto en mi mp3 comienza a sonar tu voz, tu canción, tal vez la canción que hizo que te amara sin siquiera conocerte, algo se aprieta dentro de mi, mi vista se nuble y mis sentidos se confunden.
Mil punzadas atacan mi ser, no lo puedo evitar, deseo odiarte con todas mis fuerzas, mas solo te puedo amar, he intentado ser cruel, fingir que no reimportas, mentirme a mi misma diciendo que solo fue sexo (exquisito y bendito sexo), pero en el fondo sé que fue algo más, sé que fuiste tu, único y perfecto para mi, sé que fui yo por primera vez entregada, sé que fuimos los dos en sintonía.
¡Maldita canción! La comprendí de inmediato, la viví, la sentí, en cada poro, la hice mía y ella se apodero de, mi esa maldita canción fue la antesala al infierno que vivo en ese momento, al haber decidido vivir sin ti, maldita vida que te puso ante mi ahora que mi libertad esta mermada.
Con cada nota mi cabeza se inunda de algún recuerdo, de tus risas, tus miradas, de la seducción y sensualidad presente en cada instante a tu lado, es como una especie de autoflagelación emocional, pensar en ti, desearte con mi alma y con mi carne, sabiendo que no puedo tenerte, que mi vida no me pertenece, sabiendo que cada vez que pronuncio tu nombre algún castigo cae sobre mis hombros.
La verdad de mis emociones, la fuera con que gritan, claman, hace trisas mi alma, desde que tu no estas solo soy un cadáver andante, alguna vez en tus brazos me sentí como un tornado sin rumbo, sin tiempo y sin lugar, pero ahora soy nada, ya no existo, no tengo razón de ser ni estar, escucho tus canciones y algo intenta explotar, despertar dentro de mi, más recuerdo mi yugo y solo me queda llorar.
Hace algún tiempo dije que no escribiría más del amor que siento por ti, pero no puedo evitarlo, siento que si no lo saco reventaré y mis restos se pudrirán olvidados en algún rincón del suelo lodoso, moriré como una de las mujeres triste de mi albergue imaginario, algún día me casaré con el hombre perfecto para el mundo, pero no para mi, seré una buena esposa, dulce, amable, amargada, buena madre, sin alma, sin vida, pero por lo menos me habrá quedado la satisfacción de haber gritado alguna vez, de haber dicho un “Te Amo” verdadero, de haberme sentido estallar de amor.
Sé que parezco patética (tal vez lo soy) al seguir escribiendo de esto, pero necesito hacerlo para sentirme dueña de mi por lo menos una vez.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio